domingo, 20 de enero de 2008

El Prado: Una experiencia sublime


En esta época donde Madrid es tan concurrido, entrar a uno de los lugares más insignes de este país es toda una travesía.

Una cola inmensa con gente de todas las nacionalidades a tu alrededor te hace pensar: ¡Uff que emoción!... pero luego de algunos minutos la cosa cambia, el frío se te mete por los huesos, la temperatura inclemente baja. Pero la mente es la mejor aliada, de solo pensar que tus ojos conocerán en persona a todas esas obras de arte: pinturas y esculturas, que te enseñaron en el liceo, en artes plásticas, hace que la emoción luche con el frío, y que un calor imaginario haga más amena la cola.

Después de un ratico el tique estaba en mis manos… Si!! El Prado me esperaba. Pase por la entrada principal, de forma glamorosa la gente podía dejar sus abrigos para que la visita sea más amena. Los que no deseen dejar nada, pueden pasar por un detector de metales y si todo va bien en menos de 5 minutos estarás en una sala hermosa, amplia, calientica, con una zona de información para que con los datos necesarios emprendas la travesía.

Tomé mi mapa, algunos folletos interesantes y comencé mi recorrido. Velázquez, el sevillano, genio en pintura, me deleitó con sus trazos. Que cuadros hermosos hay en ese lugar. Las Meninas un espectáculo, provoca quedarse allí parado, por un largo rato, admirando, descifrando mensajes, captando detalles…

Sentí que el tiempo se detuvo. Son muchas cosas lindas e interesantes las que hay para ver allí dentro, tanta arte, tantas fotografías hechas a mano, tanto color, tanto detalle. Me impresiona reflexionar sobre como gente, con tanto talento, tanta destreza en sus manos construía tanta perfección.

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